Page 147 - Borges interactivo
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES • ANTONIO DURÁN RUIZ 147 El tío de la novia, que se ha creído obligado a fjarse si el baile toma buen carácter, afrma, medio ofendido; que no se admiten cortes, ni aun en broma... Que, la modestia a un lado, no se la pega ninguno de esos vivos... seguramente. La casa será pobre, nadie lo niega, todo lo que se quiera, pero decente—. El hombre momentáneo y severo que nos dejan entrever, para siempre, las dos estrofas, signifca muy bien la primera reacción del pueblo ante el tango, ese reptil de lupanar como lo defniría Lugones con laconismo desdeñoso (El payador, página 117). Muchos años requirió el Barrio Norte para imponer el tango —ya adecentado por París, es verdad— a los conventillos, y no sé si del todo lo ha conseguido. Antes era una orgiástica diablura; hoy es una manera de caminar. El tango pendenciero La índole sexual del tango fue advertida por muchos, no así la índole pendenciera. Es verdad que las dos son modos o manifestaciones de un mismo impulso, y así la palabra hombre, en todas las lenguas que sé, connota capacidad sexual y capacidad belicosa, y la palabra virtus, que en latín quiere decir coraje, procede de vir, que es varón. Parejamente, en una de las páginas de Kim un afghán declara: “A los quince años, yo había matado a un hombre y procreado a un Universidad Autónoma de Chiapas
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