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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES • ANTONIO DURÁN RUIZ 69 LAS RUINAS CIRCULARES And if he left off dreaming about you… Throug the Looking—Glass, VI Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infnitas aldeas que están aguas arriba, en el fanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. Lo cierto es que el hombre gris besó el fango, repechó la ribera sin apartar (probable- mente, sin sentir) las cortaderas que le dilaceraban las carnes y se arrastró, mareado y ensan- grentado, hasta el recinto circular que corona un tigre o caballo de piedra, que tuvo alguna vez el color del fuego y ahora el de la ceniza. Ese redondel es un templo que devoraron los incendios antiguos, que la selva palúdica ha profanado y cuyo dios no recibe honor de los hombres. El forastero se tendió bajo el pedestal. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asom- bro que las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por faqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que Universidad Autónoma de Chiapas