Page 291 - Borges interactivo
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES • ANTONIO DURÁN RUIZ 291 Ulises y Finnegans Wake. Pero es la mitad de su obra (que incluye bellos poemas y el admirable Retrato del artista adolescente). La otra mitad y quizá la más rescatable —como se dice aho- ra— es el hecho de que tomó el casi infnito idioma inglés. Ese idioma que estadísticamente supera a todos los demás y que ofrece tantas posibilidades para el escritor, sobre todo de verbos muy concretos, no fue bastante para él. Joyce, el irlandés, recordó que Dublín había sido fundado por los vikingos daneses. Estudió noruego, le escribió una carta en noruego a Ibsen, y luego estudió griego, latín... Supo todos los idiomas y escribió en un idioma inventa- do por él, un idioma que es difícilmente comprensible pero que se distingue por una música extraña. Joyce trajo una música nueva al inglés. Y dijo valerosamente (y mendazmente) que “de todas las cosas que me han sucedido creo que la menos importante es la de haberme quedado ciego”. Ha dejado parte de su vasta obra ejecutada en la sombra: puliendo las frases en su memoria, trabajando a veces una sola frase durante todo un día y luego escribiéndola y corrigiéndola. Todo en medio de la ceguera o de períodos de ceguera. Análogamente, la impotencia de Boileau, de Swift, de Kant, de Ruskin y de George Moo- re fue un melancólico instrumento para la buena ejecución de su obra; lo mismo cabe afrmar de la perversión, cuyos benefciarios, ahora, se encargan de que nadie ignore sus nombres. Demócrito de Abdera se arrancó los ojos en un jardín para que el espectáculo de la realidad exterior no lo distrajera; Orígenes se castró. He enumerado sufcientes ejemplos; algunos tan ilustres que me da vergüenza haber hablado de mi caso personal; salvo por el hecho de que la gente siempre espera confdencias y yo no tengo por qué negarle las mías. Aunque, desde luego, parece absurdo poner mi nom- bre junto a losnombres que he tenido ocasión de recordar. Universidad Autónoma de Chiapas